Román Belmonte, profesor y biólogo: “Las pantallas roban el sueño, hay chiquillos de 12 años durmiéndose a la una de la madrugada” (2024)

Román Belmonte (Albacete, 44 años) es uno de los divulgadores de literatura infantil y juvenil (LIJ) más reconocidos de España. Dieciséis años ha cumplido su blog Donde viven los monstruos, un referente para lectores, profesores, madres y padres y, en general, para cualquier persona interesada por la LIJ y sedienta de recomendaciones. Además, Belmonte es biólogo y profesor de Biología de Secundaria. Una vocación y una profesión que están muy relacionadas con su último libro, A pierna suelta (Iglú, 2023), un manual divulgativo ilustrado por Ana Rodríguez sobre uno de los pilares de salud más olvidados por la sociedad y que más misterios sigue escondiendo para investigadores y científicos: el sueño.

“Este libro tiene su origen en unas notas que tenía guardadas desde hace mucho tiempo. Cuando estudiaba en la Universidad tuve una asignatura optativa, Etología, en la que abordamos el tema del sueño. A mí me llamó tanto la atención que empecé a informarme y a recopilar datos curiosos. Muchos de ellos están hoy en este manual”, explica a EL PAÍS. El autor recalca varias veces la idea de “manual” en contraposición a la de álbum ilustrado informativo, un género al alza en el sector editorial infantil.

“El libro ha dado muchas vueltas, porque había editores que querían los fuegos de artificio propios de los álbumes ilustrados informativos, pero mi idea desde el principio era hacer un manual, algo que realmente tuviese contenido. Últimamente, hay mucha ilustración, mucho color, pero luego hay muy poco contenido y la información se queda coja”, sostiene Belmonte, que aclara que su idea ha sido dar forma a un libro familiar, accesible y atractivo tanto para un niño de 8 años como para un adolescente de 14 o para un padre o una madre.

PREGUNTA. Hay muchos álbumes ilustrados informativos de todo lo que uno se pueda imaginar, pero no sobre la ciencia del sueño cuando, como escribe, “nos pasamos un tercio de la vida durmiendo”. ¿Demuestra esto que en la tríada de la vida saludable (alimentación, ejercicio físico, descanso) el último sigue siendo el gran olvidado?

RESPUESTA. Por supuesto. Es que al sueño parece que nunca nos importa quitarle tiempo. Y ahora, con la vorágine de vidas que llevamos, con esa necesidad que tenemos de escuchar el último podcast, ver la última serie, de trabajar a todas horas, pues acabamos dejándolo de lado, y es una parcela superimportante de nuestra salud. Fíjate si lo es que sin el sueño nuestra especie no habría sobrevivido.

P. Según los últimos datos disponibles del estudio Changes in sleep duration in Spanish children aged 2–14 years from 1987 to 2011, los niños españoles entre estas edades habrían perdido 27 minutos de sueño.

R. Solo tienes que ver cómo se ponen a dormir los chavales: con el móvil entre las manos, que es lo peor que hay. Las pantallas nos están robando horas de sueño a todos. Primero porque nos pasamos el tiempo haciendo scroll sin saber parar, y después porque la luz que emiten las pantallas es fatal para conciliar el sueño. La prueba es que a una persona que se pone a mirar el móvil antes de dormir le cuesta muchísimo más conciliar el sueño que a otra que no.

Román Belmonte, profesor y biólogo: “Las pantallas roban el sueño, hay chiquillos de 12 años durmiéndose a la una de la madrugada” (1)

P. Se estima que casi el 52% de los niños de Primaria, según datos de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria, van a clase con déficit crónico de sueño. En Secundaria la cosa todavía es peor.

R. Yo lo noto mucho en clase. Siempre están supercansados, no rinden durante el día, se tiran en la mesa, no quieren hacer nada… Y luego les preguntas: “¿A qué hora te acostaste ayer?”. Y te dicen que a las doce o una de la noche. ¡Chiquillos de 12 años que luego entran a las ocho de la mañana a clase, que se pasan siete horas en el instituto y que por la tarde tienen no sé cuántas extraescolares, partidos de baloncesto, de fútbol o natación!

P. Los adolescentes, señalan los expertos, tienen retraso de fase. Es decir, tienden de forma natural a dormirse más tarde y a necesitar levantarse también más tarde. Por eso están reclamando, desde sociedades médicas y científicas como la Asociación Española de Pediatría y la Sociedad Española de Sueño, que los horarios escolares se atrasen y que las extraescolares arranquen antes.

R. Yo no tendría problema si es lo mejor para ellos, pero son decisiones políticas. Sí que veo que, incluso cuando no son actividades extraescolares regladas, pienso por ejemplo en el gimnasio, muchos chavales van a última hora del día a hacer pesas. No son conscientes de que el ejercicio les activa. Y a eso hay que añadir que luego cenan como campeones y para terminar se ponen un rato con el móvil. Ya tenemos una bomba de relojería. Al final les dan las dos de la madrugada despiertos porque están para correr una maratón, no para irse a dormir.

P. En el libro recoge varios consejos para un buen descanso.

R. En mi casa, cuando era pequeño, a las diez estábamos todos acostados. Eso se llevaba a rajatabla. Y hoy en día yo mismo, si no pasa nada, a las once de la noche estoy acostado todos los días, porque me tengo que levantar a las siete. Y siempre dejando el móvil en la otra punta de la casa, porque inconscientemente el hecho de tener el móvil al lado te provoca una especie de dependencia, de querer saber, un “¿qué me estoy perdiendo mientras duermo?”. Es como los fumadores empedernidos, que se despiertan a media noche para fumar un cigarro. Con el móvil a muchos chavales les pasa igual.

P. Según un estudio, Reading Can Reduce Stress (Leer puede reducir el estrés, en español), liderado por investigadores de la Universidad de Sussex (Reino Unido), bastan seis minutos de lectura en la cama para que el ritmo cardiaco, la tensión muscular y los demás indicadores recuperen niveles normales para conducirnos al sueño.

R. Sí, sí. Leer es un ejercicio que relaja mucho, que te sosiega, porque para leer bien tienes que estar en calma, es un acto íntimo, silencioso, tranquilo, y creo que eso debe facilitar el sueño. El problema es que vivimos en un mundo en el que tenemos muchas distracciones que nosotros mismos elegimos. Queremos abarcarlo todo, pero al final no abarcamos nada. Queremos dormir, pero a la vez queremos ganar una partida al FIFA, dar likes en Instagram, ver la última serie de moda, escuchar el último podcast… Y en ese contexto leer es una cosa complicada y por eso es un ejercicio que cada vez hay menos gente dispuesta a hacer. Les cuesta a los chavales y nos cuesta a nosotros, porque la cultura audiovisual lo ha copado todo. Al final, tú puedes seguir activo mientras escuchas algo o ves algo —aunque te enteres de la mitad—, pero para leer algo te tienes que parar a hacerlo; y eso es complicado en el mundo de hoy, en el que parece que consumimos y consumimos sin poder parar, siendo multitarea. Así la lectura es imposible.

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